El campo de la ética
El campo de la ética
La experiencia moral es parte fundamental de la condición humana. Las costumbres sociales y culturales preparan el campo conceptual por medio del cual nos representamos el mundo y juzgamos las acciones propias y ajenas en cuanto buenas o malas. El criterio de lo que es correcto es la costumbre, la práctica social y cultural.
Perfectamente puede hablarse de acciones morales y acciones éticas. Una acción moral puede ser éticamente incorrecta, en la misma medida que una acción ética puede ser moralmente mala. Moral y ética parten de marcos de referencia diferentes para evaluar acciones buenas o correctas, o bien, acciones malas o incorrectas.
El conocimiento académico sobre ética no conlleva necesariamente a su práctica. Al igual que la religión, hablar de ética puede ser un buen negocio, incluso, ser parte de una estrategia política.
Más allá de definiciones académicas de escritorio y de discusiones filosóficas estériles que no contribuyen a solucionar un problema social concreto, una forma de entender la ética es como una idea en acción. Y es en la idea donde se gesta el campo de acción y en el campo de acción donde se materializa la idea ética. La ética como un campo de acción individual tiene como referente la autonomía y la responsabilidad.
La ética no consiste en hablar o escribir bonito. La ética como campo de acción requiere también de cierto refinamiento teórico, y por tanto, como cualquier actividad académica con pretensión de conocimiento válido, debe necesariamente contar con un marco epistémico que la sustente. Pero, como no todos tienen acceso a las bondades filosóficas ni todas las bondades filosóficas tienen una utilidad práctica, es necesario inventarse una ética personal.
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